Declaraciones del Presidente ante Monumento Conmemorativo del Pentagano

The White House

Office of the Press Secretary

Declaraciones del Presidente ante Monumento Conmemorativo del Pentagano

El Pentágono, Arlington, Virginia

9:34 A.M. EDT

EL PRESIDENTE: Secretario Gates. Almirante Mullen y miembros de las Fuerzas Armadas. Conciudadanos. Principalmente, ustedes, los sobrevivientes aún marcados por la tragedia y destrucción; las familias que llevan en el corazón el recuerdo de los seres queridos que perdieron.

Para nuestra nación, éste es un día de recuerdo, un día de reflexión y, con la gracia de Dios, un día de unidad y renovación.

Nos reunimos para recordar en este momento sagrado, en este lugar sagrado, en lugares donde sentimos tanto dolor y donde nuestra recuperación continúa. Nos reunimos aquí en el Pentágono, donde los nombres de los fallecidos están grabados en piedra para siempre. Nos reunimos en un apacible campo en Pensilvania, donde se estrelló un avión “y una torre de voces” se elevará y su eco se escuchará a través del tiempo. Y nos reunimos donde se derrumbaron las Torres Gemelas, un lugar donde la labor continúa para que el próximo año, en el 10º aniversario, fluya el agua en continuo homenaje a casi 3,000 vidas inocentes.

Hoy, quizás sea natural concentrarnos en las imágenes de esa terrible mañana, imágenes que llevamos grabadas en el alma. Es tentador enfocar nuestros pensamientos en los momentos finales de la vida que les arrebataron tan cruelmente a nuestros seres queridos. Sin embargo, estos monumentos y su presencia nos recuerdan hoy la plenitud de su vida en la Tierra.

Eran padres y madres que criaban a sus hijos; hermanos y hermanas que iban en pos de sus sueños; hijos e hijas que tenían toda una vida por delante. Eran civiles y militares. Algunos nunca vieron venir el peligro; otros vieron el peligro y se apresuraron a salvar a otros, subieron esas escaleras, fueron hacia las llamas, entraron a la cabina.

Eran blancos, negros y trigueños, hombres y mujeres y algunos niños de todas las razas, de muchas religiones. Eran estadounidenses y extranjeros de lugares remotos. Y nos los arrebataron sin sentido y demasiado pronto, pero vivieron bien y su vida perdura en ustedes.

Ya han transcurrido nueve años. En ese tiempo ustedes han derramado más lágrimas de las que jamás podremos imaginarnos. Y aunque algunos días parezca que el mundo ya pasó la página, les digo hoy que sus seres queridos perduran en el corazón de nuestra nación, ahora y siempre.

Nuestro recuerdo hoy también requiere cierta reflexión. Como nación y como personas, debemos preguntarnos cuál es la mejor manera de rendirles homenaje a quienes fallecieron, a quienes se sacrificaron. ¿Cómo protegemos su legado, no sólo hoy sino todos los días?

No es necesario ir lejos para encontrar la respuesta. Los autores de este acto malvado no simplemente atacaron a Estados Unidos; atacaron el concepto de Estados Unidos en sí, todo lo que representamos en el mundo. Por lo tanto, el mayor homenaje que podemos rendir a quienes perdimos, de hecho, nuestra mayor arma en esta guerra que continúa, es hacer lo que nuestros adversarios más temen: ser fieles a lo que somos como estadounidenses; renovar nuestro propósito común; decir que nosotros definimos el carácter de nuestro país y que no permitiremos que los actos de un pequeño grupo de asesinos que matan a inocentes y se esconden en cavernas distorsione quienes somos.

Dudaban de nuestra determinación, pero como estadounidenses, perseveramos. Hoy, en Afganistán y otros lugares, estamos a la ofensiva y les hemos propinado duros golpes a Al Qaida y sus aliados. Haremos lo que sea necesario para proteger a nuestro país y les rendiremos homenaje a quienes se dedican a mantenernos seguros.

Quizá traten de infundirnos temor, pero nuestra valentía no tiene par. No sucumbimos al miedo ni abandonaremos el optimismo que siempre nos ha caracterizado como pueblo. En un día en que otros trataron de causar destrucción, nosotros hemos optado por construir, con un Día Nacional de Servicio y Recuerdo que apela a la bondad inherente del pueblo estadounidense.

Quizá traten de explotar nuestras libertades, pero no sacrificaremos las libertades que valoramos ni nos refugiaremos detrás de un muro de suspicacia y desconfianza. Quizá quieran dividirnos, pero no caeremos en odios ni prejuicios, pues las Escrituras nos enseñan a librarnos de “toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”.

Quizá traten de propiciar conflictos entre diferentes religiones, pero como estadounidenses no estamos, ni nunca estaremos en guerra con el islam. No fue una religión la que nos atacó ese día de setiembre; fue Al Qaida, un patético grupo de hombres que distorsionan la religión. Y así como condenamos la intolerancia y el extremismo en el extranjero, seremos fieles a nuestras tradiciones aquí dentro del país como nación diversa y tolerante. Defendemos los derechos de todos los estadounidenses, incluida la libertad de practicar la religión que deseen, así como militares y civiles de muchos credos lo hacen a pocos pasos de aquí, en el preciso lugar donde los terroristas atacaron este edificio.

Quienes nos atacaron trataron de desmoralizarnos, crear divisiones entre nosotros, privarnos de la unidad, de los ideales mismos que hacen que Estados Unidos sea Estados Unidos, aquellas cualidades que nos han hecho un símbolo de libertad y esperanza para miles de millones en todo el mundo. Hoy declaramos una vez más que nunca les entregaremos esa victoria. Como estadounidenses, mantendremos vivas las virtudes y valores que nos hacen quienes somos y quienes siempre debemos ser.

Pues nuestra causa es justa, nuestro espíritu indomable, nuestra determinación inquebrantable. Como generaciones anteriores, unámonos hoy y siempre para reafirmar ciertos derechos inalienables, reafirmar la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. En este día y en días venideros, optamos por permanecer fieles a nuestra mejor expresión, como una nación al amparo de Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos.

Así optamos por rendirles homenaje a los caídos, sus familiares, sus amigos, sus compañeros de armas. Así mantendremos vivo el legado de estos estadounidenses llenos de orgullo y amor por su patria. Así triunfaremos en esta gran prueba de nuestros tiempos. Así resguardaremos y protegeremos al país que amamos y se lo legaremos, seguro y mejor, a generaciones futuras.

Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias, y que Dios continúe derramando bendiciones sobre Estados Unidos de Norteamérica. (Aplausos.)

FIN           9:43 A.M. EDT