Sala del Gabinete
12:01 p. m. hora del este
EL PRESIDENTE: Buenas tardes. Hoy, Estados Unidos de América empieza a cambiar su relación con el pueblo de Cuba.
En el cambio más significativo de nuestra política en más de cincuenta años, terminaremos con un enfoque obsoleto que por décadas fracasó en promover nuestros intereses y en cambio, comenzaremos a normalizar la relación entre los dos países. A través de estos cambios, es nuestra intención crear más oportunidades para el pueblo estadounidense y para el pueblo cubano y comenzar un nuevo capítulo entre las naciones del continente americano.
La historia entre Estados Unidos y Cuba es complicada. Yo nací en 1961, justo dos años después de que Fidel Castro tomó el poder en Cuba y unos meses después de la invasión en la Bahía de los Cerdos, en la que se intentó derrocar a su régimen. En las siguientes décadas, la relación entre nuestros países tuvo lugar frente al trasfondo de la Guerra Fría y la firme oposición de Estados Unidos al comunismo. Solamente nos separan 90 millas. Pero año tras año, se endureció la barrera ideológica y económica entre los dos países.
Mientras tanto, la comunidad de exilados cubanos en Estados Unidos contribuyó enormemente con nuestro país, en política, negocios, cultura y deportes. Como otros inmigrantes previamente, los cubamos ayudaron a reconstruir a Estados Unidos, a pesar de sentir un anhelo doloroso por la tierra y las familias que dejaron atrás. Todo esto forjó una relación única entre Estados Unidos y Cuba, al mismo tiempo amigos y enemigos.
Nos enorgullece que Estados Unidos ha apoyado la democracia y los derechos humanos en Cuba en estas cinco décadas. Lo hemos hecho principalmente a través de políticas dirigidas a aislarlos, evitando que se realice el más básico transporte y comercio que las personas que viven en Estados Unidos pueden llevar a cabo en cualquier otro lado. Y si bien esta política se originó con la mejor intención, ninguna otra nación impone estas mismas sanciones con nosotros, y ha tenido muy poco efecto más allá de otorgarle al gobierno cubano la lógica para aplicar restricciones sobre su gente. Hoy, Cuba todavía está bajo el gobierno de los Castros y el partido comunista que tomó el poder hace medio siglo.
Esta política rígida no sirve bien ni al pueblo estadounidense ni al pueblo cubano y se origina en eventos que ocurrieron antes de que muchos de nosotros naciéramos. Piensen que por más de 35 años hemos tenido relaciones con China, un país mucho más grande también gobernado por el partido comunista. Hace casi dos décadas, restablecimos relaciones con Vietnam, donde luchamos una guerra en la que perecieron más estadounidenses que en ninguna confrontación de la Guerra Fría.
Por eso es que, cuando asumí el cargo, prometí volver a examinar nuestra política con Cuba. Para comenzar, levantamos restricciones para las personas estadounidenses de origen cubano para viajar y enviar giros a sus familias en Cuba. Estos cambios, aunque fueron polémicos, ahora se ven como obvios. Los estadounidenses de origen cubano se han reunido con sus familias y los mejores embajadores posibles de nuestros valores. Y a través de estos cambios, una nueva generación de estadounidenses de origen cubano ha cuestionado más y más un enfoque que lo que más hace es mantener a Cuba excluida de un mundo interconectado.
Si bien personalmente he estado listo para tomar otras medidas desde hace algún tiempo, un gran obstáculo se interponía en el camino, la encarcelación injusta en Cuba de un ciudadano de Estados Unidos y un subcontratista de USAID, Alan Gross, por cinco años. Durante muchos meses mi administración ha mantenido discusiones con el gobierno cubano sobre el caso de Alan y otros aspectos de nuestra relación. Su Santidad El Papa Francisco apeló personalmente y urgió para que yo y el presidente de Cuba, Raúl Castro, resolviéramos el caso de Alan y para que atendiéramos el interés de Cuba en la liberación de tres agentes cubanos que habían sido encarcelados en Estados Unidos durante 15 años.
En el día de hoy, Alan volvió a su casa y finalmente se reunió con su familia. El gobierno cubano liberó a Alan por motivos humanitarios. Por otro lado, y como intercambio por los tres agentes cubanos, Cuba hoy liberó a uno de los más importantes agentes de inteligencia que Estados Unidos tuvo en Cuba, y que había estado prisionero durante casi dos décadas. Este hombre, cuyo sacrificio era conocido sólo por unos pocos, le dio a Estados Unidos la información necesaria para arrestar a la red de agentes cubanos que incluía a los hombres que se transfieren hoy a Cuba, como también a otros espías en Estados Unidos. Este hombre está a salvo ahora en nuestro territorio.
Habiendo recuperado a estos dos hombres que se sacrificaron por nuestro país, puedo entonces ahora tomar las medidas necesarias para establecer el interés de los pueblos de ambos países como centro de nuestra política.
Primero, he instruido al Secretario de Estado Kerry que comience inmediatamente las discusiones con Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas que han estado interrumpidas desde enero de 1961. En adelante, Estados Unidos restablecerá una embajada en la Habana, y funcionarios de alto rango visitarán Cuba.
En donde podamos promover intereses compartidos, lo haremos, en asuntos como salud, inmigración, antiterrorismo, tráfico de drogas y respuesta a catástrofes. De hecho, ya hemos observado los beneficios de la cooperación entre nuestros países antes. Fue un cubano, Carlos Finlay, quien descubrió que los mosquitos transmiten la fiebre amarilla. Su trabajo ayudó a Walter Reed en su lucha. Cuba ha enviado a cientos de trabajadores de la salud a África a ayudar en la lucha contra ébola y creo que los trabajadores de salud de Estados Unidos y Cuba deberían trabajar mano a mano para detener la transmisión de esta enfermedad fatal.
Pero bien, en donde estamos en desacuerdo, plantearemos esas diferencias de manera directa, como lo continuaremos haciendo con los asuntos relacionados con la democracia y los derechos humanos en Cuba. Pero yo creo que podemos hacer más para apoyar al pueblo de Cuba y promover nuestros valores mediante a través de la participación. Después de todo, estos 50 años han demostrado que el aislamiento no funcionó. Es hora de un nuevo enfoque.
Segundo, he instruido al Secretario Kerry que revise la designación de Cuba como un Estado Patrocinador de Terrorismo. Esta revisión será guiada por los hechos y las leyes. El terrorismo ha cambiado en las últimas décadas. En un momento en el que nos concentramos en las amenazas desde Al Qaeda hasta ISIL, una nación que cumple con nuestras condiciones y renuncia al uso de terrorismo no debería enfrentar esta sanción.
En tercer lugar, estamos tomando las medidas para aumentar el transporte, el comercio y el flujo de información de y hacia Cuba. Fundamentalmente esto es sobre libertad y apertura, y también expresa mi creencia en el poder de la participación entre las personas. Con los cambios que estoy anunciando hoy, será más fácil para las personas que viven en Estados Unidos viajar a Cuba, quienes podrán usar tarjetas de crédito y débito de Estados Unidos en la isla. Nadie representa los valores de Estados Unidos mejor que su gente y yo creo que este contacto, en última instancia, hará más para empoderar a la gente de Cuba.
También creo que más recursos deberían llegarle a la gente de Cuba. Así que aumentamos significativamente la cantidad de dinero que se puede enviar a Cuba y eliminamos los límites en giros que apoyan proyectos humanitarios, al pueblo de Cuba y a su emergente sector privado.
Creo que las empresas estadounidenses no deberían ponerse en desventaja y que un aumento en el comercio es bueno para los estadounidenses y para los cubanos. Por lo tanto, facilitaremos transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba. Se permitirá a las instituciones financieras de EE. UU. abrir cuentas en instituciones financieras cubanas. Y será más fácil para exportadores de EE. UU. vender productos en Cuba.
Yo creo en el libre flujo de información. Desafortunadamente, nuestras sanciones sobre Cuba han negado a los cubanos el acceso a tecnología que ha empoderado a individuos de todo el mundo. Por lo tanto, he autorizado el aumento de las conexiones de telecomunicaciones entre Estados Unidos y Cuba. Las empresas podrán vender los productos que les darán a los cubanos la habilidad para comunicarse con Estados Unidos y otros países.
Estas son las medidas que yo puedo tomar como Presidente para cambiar esta política. El embargo que se ha impuesto durante décadas ahora se codifica en la legislación. A medida que estos cambios se desarrollan, espero poder envolver al Congreso en una discusión seria y honesta sobre la eliminación del embargo.
Ayer, hablé con Raúl Castro para finalizar la liberación de Alan Gross y el intercambio de prisioneros y para describir cómo progresaremos en adelante. Dejé claro lo que creo firmemente, que la sociedad cubana está oprimida por las restricciones sobre sus ciudadanos. Además del regreso de Alan Gross y de la liberación de nuestro agente de inteligencia, nos da gusto la decisión de Cuba de liberar a un gran número de prisioneros cuyos casos fueron planteados directamente por mi equipo frente al gobierno cubano. Nos agrada la decisión de Cuba de proveer un mayor acceso a internet a sus ciudadanos y la continua participación con instituciones internacionales como las Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja que promueve valores universales.
Pero no dudo sobre las barreras continuas para la libertad que permanecen para los cubanos ordinarios. Los Estados Unidos creen que ningún cubano debe enfrentar acosos, arrestos o golpizas simplemente porque ejerce un derecho universal de expresar su pensamiento, y continuaremos apoyando a la sociedad civil en ese asunto. Si bien Cuba ha hecho reformas para abrir su economía de manera gradual, continuamos creyendo que los trabajadores cubanos deben ser libres para formar uniones, de la misma manera que sus ciudadanos deben ser libres para participar en el proceso político.
Además, dada la historia de Cuba, espero que continuará aplicando políticas extranjeras que a veces estarán en fuerte desacuerdo con los intereses de los Estados Unidos. No espero que los cambios que estoy anunciando hoy brinden una transformación de la sociedad cubana de la noche a la mañana. Pero estoy convencido que a través de una política de participación, podemos defender nuestros valores de forma más efectiva y ayudar a los cubanos a que se ayuden a sí mismos a medida que entran en el siglo XXI.
Para aquellos que se oponen a los pasos que anuncio hoy, permítanme decirles que respeto su pasión y comparto su compromiso de la libertad y democracia. La cuestión es cómo mantenemos ese compromiso. No pienso que podamos seguir haciendo lo mismo durante más de cinco décadas y esperar un resultado distinto. Además, intentar empujar a Cuba al colapso no beneficia los intereses de Estados Unidos ni los de los cubanos. Incluso si eso funcionara —lo cual no ha funcionado durante 50 años— sabemos por medio de experiencias obtenidas con esfuerzo que es más probable que los países disfruten de una transformación duradera si la gente no está sujeta al caos. Hacemos un llamado a Cuba para que desencadene el potencial de 11 millones de cubanos al poner un punto final a las innecesarias restricciones impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas. Con ese mismo espíritu, no debemos permitir que las sanciones de EE. UU. impongan una carga aún mayor a los ciudadanos cubanos a los que estamos intentando ayudar.
Para los cubanos, Estados Unidos les extiende una mano de amistad. Algunos de ustedes nos han buscado como fuente de esperanza, y continuaremos alumbrando una luz de libertad. Otros nos han visto como un antiguo intento de colonización para controlar su futuro. José Martí una vez dijo, “La libertad es el derecho de cada hombre de ser honesto.” Hoy, estoy siendo honesto con ustedes. Nunca podremos borrar la historia entre nosotros, pero creemos que deben estar empoderados para vivir con dignidad y autodeterminación. Los cubanos tienen un dicho sobre la vida diaria: “No es fácil”. Hoy, los Estados Unidos quieren ser un socio para hacer que la vida de los cubanos ordinarios sea un poco más fácil, más libre y más prospera.
Para aquellos que han respaldado estas medidas, les agradezco por ser socios de nuestros esfuerzos. En particular, quiero agradecer a su Santidad el Papa Francisco, cuyo ejemplo moral nos muestra la importancia de proseguir en el mundo de la manera que tiene que ser, en lugar de simplemente establecerlo como está; al gobierno de Canadá, que ha sido sede de nuestros debates con el gobierno cubano; y a un grupo bipartidista de congresistas que han trabajado sin descanso para el comunicado de Alan Gross, y por un nuevo enfoque con respecto a nuestros intereses y valores en Cuba.
Finalmente, nuestro cambio de política con Cuba llega en un momento de liderazgo renovado en el continente americano. En abril pasado, hicimos una preparación para que Cuba se uniera a otras naciones del hemisferio en la Cumbre de las Américas. Pero insistiremos para que la sociedad civil se una a nosotros, y que de esa forma los ciudadanos y no solo los líderes, formen nuestro futuro. Y hago un llamado a que los demás líderes le brinden un significado a este compromiso con la democracia y los derechos humanos en el corazón de la Carta Interamericana. Permítanos dejar atrás el legado de la colonización y comunismo, la tiranía de los carteles de droga, dictadores y farsas electorales. Es posible tener un futuro de mayor paz, seguridad y desarrollo democrático si trabajamos juntos, no para mantener el poder, no para asegurar el interés personal, sino para promover los sueños de nuestros ciudadanos.
Estimados conciudadanos, la ciudad de Miami se encuentra a solo 200 millas o menos de la Habana. Un sinnúmero de cubanos han ido a Miami, en aviones y balsas improvisadas; algunos sin más que una playera y con esperanza en su corazón. Hoy a menudo se le refiere a Miami como la capital de Latinoamérica. Pero también es una ciudad profundamente estadounidense; un lugar que nos recuerda que los ideales importan más que el color de nuestra piel, o las circunstancias de nuestro nacimiento; una demostración de lo que los cubanos pueden lograr, y la apertura de los Estados Unidos con nuestra familia con el sur. Todos somos americanos.
El cambio es duro, en nuestras propias vidas y en las vidas de las naciones. Y el cambio es aún más duro cuando llevamos el peso de la historia en nuestros hombros. Pero hoy estamos haciendo estos cambios porque es la cosa correcta que hay que hacer. Hoy, Estados Unidos elige deshacerse de las cadenas del pasado para poder llegar a un mejor futuro para los cubanos, estadounidenses, para todo el hemisferio y para el mundo.
Gracias. Que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de América.
FIN
12:16 p. m. hora del este